- Todavía es posible conducir peor que en el resto de Portugal,
- A pesar de ello, los lisboetas cogen el coche hasta para ir a comprar el pan
- Intentar llegar al mirador de santa Caterina en coche, nada más llegar y sin mirarte un mapa por las estrechas callejuelas de Bairro Alto y Chiado, es de ilusos
- Una cena al aire libre, escuchando música clásica en directo, al lado de la plaza Luís Camoes, te quita todo el estrés del coche...
- ...A los lisboetas no, montan auténticas caravanas para salir de fiesta, y se gritan, se insultan, se pitan...
Ya el sábado, hacemos de la plaza Luís Camoes nuestro campamento base para iniciar, terminar cualquier excursioncilla por Lisboa y tomamos el 'romántico' tranvía 28, atestado de turístas, y manteniendo la respiración lo más regular posible con un codo en la garganta y una rodilla en la barriga, traqueteando entre callejuelas estrechas nos eleva hasta santa Graça. El mejor momento sin duda, es la cara que pone el alemán de 2 metros cuando Mireia utiliza su 'condición' y se acoge a los asientos reservados... si te despiden, reaccionas mejor. Da lo mismo, iba muy lleno como para ir de pie.
Una vez arriba, contemplamos la panorámica de la capital portuguesa, divisamos los principales monumentos enmarcados entre el río Tajo y los puentes 25 de abril y Vasco de Gama.
Y con esa sonrisa llegamos abajo de todo, a la praça de comercio, curiosamente tiene todo el espacio que le falta a la Alfama, vemos el Tajo muy de cerca, tan grande que parece un mar. Y en ese punto caminamos hasta las plazas típicas del Rossio y Figueroa y de ahí otro tipo de subida, en el ascensor urbano de santa Justa, que nos devuelve a Chiado, cerrando el día casi con un palíndromo: ahora lo que divisamos es el mirador de la mañana. La subida al mirador de santa Caterina tambien se nos ha resistido hoy (básicamente no hemos encontrado ni el momento, ni el lugar para ascender).
Ayer domingo, aprovechamos, nosotros y cientos de turistas más, que la entrada a los principales monumentos de la ciudad es gratuita, para ir hasta otro de los puntos clásicos de la ciudad, el barrio de Belém, con las visitas al fascinante monasteiro de los Jerónimos, de inconfundible estilo manuelino, la torre Belém y el monumento a los descubridores, más otro monumento no tan didáctico y sí más anti-dietético, uno (bueno tres) pasteles de Belém en la famosa Antiga Confeiteria, y hay que reconocer que son los mejores (y los más baratos). Como el cansancio aprieta, decidimos descansar un rato volviendo a casa, no sin antes hacer una parada al museo de las marionetas, lo dejaremos en correcto, varios escaparates con marionetas de todo el mundo y tan solo un par de sitios en los que te dejan 'practicar'...
Por la noche salimos decididos, el mirador de Santa Caterina... tiene que ser nuestro, y bien sea porque llevamos tres noches en esta ciudad, o bien por pura chiripa, nos resulta muy, muy fácil llegar hasta él. No es que tenga una vista mucho mejor que los otros miradores en los que hemos estado de la ciudad, pero el ambiente y la hora (y que lo hemos buscado varias veces!) lo hacen más especial. Lo hemos conseguido!
Hoy hemos estado por el extraradio de Lisboa, en Sintra y alrededores, que tienen un post aparte, pero no quería cerrar el post, sin decir que de vuelta al hotel, la vista desde la autopista del puente 25 de abril iluminado es la mejor manera de cerrar la visita a Lisboa, puesto que mañana saldremos temprano (hacia las 11) a 'explorar' nuevos territorios portugueses.
Sé de varias personas que no les gusta Lisboa porque es fea, decadente y triste, y puede que tengan razón en el descripción, pero Lisboa, ejemplificada en la Alfama, aunque no sea tan bonita como otras capitales, tiene una magia que la hace especial.
Chuki, una excelente guía. Por fin pude ir al entrecotte... que grande!
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